NTP 0768: Trasvase de agentes químicos: medidas básicas de seguridad - 2007

Nota Técnica de Prevención 0768
 
Título: 
Trasvase de agentes químicos: medidas básicas de seguridad
 
Elaborado por:
Mª Carmen Alonso Martín 
Centro Nacional de Condiciones de Trabajo (INSHT)

 

NIPO: 211-07-046-3

Autor: Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT)

Contiene: 8 páginas

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Las NTP son guías de buenas prácticas. Sus indicaciones no son obligatorias salvo que estén recogidas en una disposición normativa vigente. A efectos de valorar la pertinencia de las recomendaciones contenidas en una NTP concreta es conveniente tener en cuenta su fecha de edición. 

 

1. INTRODUCCIÓN

En la actualidad, la utilización de agentes químicos peligrosos (AQP) se ha extendido a numerosas ramas de actividad, de modo que los riesgos asociados se encuentran en la mayoría de los centros de trabajo (explotaciones agrarias, peluquerías, talleres, plantas químicas, etc.). Adicionalmente, cada año se introducen en el mercado nuevos productos con nuevas problemáticas y riesgos asociados. Según la encuesta nacional de condiciones de trabajo del periodo 2004-2005, realizada por el INSHT (Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo), más de un 20% de los trabajadores españoles manifiesta que en su puesto de trabajo manipula sustancias o productos nocivos o tóxicos. De los trabajadores expuestos, tanto por contacto como por inhalación (>31%), el 12% manifiesta que no conoce los efectos perjudiciales de estos agentes. Cabe destacar, respecto el etiquetado de las sustancias y productos químicos, que más del 11% de los trabajadores encuestados manifiestan que tan sólo “algunos” de los productos usados (y no “todos”) están etiquetados1. 1 Almodóvar, A., Nogareda, C., Fraile, A., Pinilla, J., Villar, M.F., de la Orden, M.V., Zimmerman, M., Lara, J.M., Resultados de la Encuesta de Condiciones de Trabajo. Seguridad y salud en el trabajo, julio 2006, nº 38, páginas 30-45. 

A fin de proteger la salud de los trabajadores contra los AQP, el R.D. 374/2001, en el marco de la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales, indica la obligación de realizar una evaluación de riesgos para la salud y seguridad de los trabajadores originados por los agentes químicos presentes en el lugar de trabajo. Esta evaluación de riesgos debería comenzar por determinar la peligrosidad del / de los agentes (véase apéndice 2 de la Guía Técnica del R.D. 374/2001, sobre agentes químicos). Dicha peligrosidad está determinada por sus propiedades fisicoquímicas (véase NTP 663) y características toxicológicas y viene definida a través de su clasificación atendiendo a la normativa sobre notificación, clasificación, envasado y etiquetado (R.D. 363/1995 y R.D. 255/2003). 

La variedad y gravedad de los efectos adversos de las sustancias peligrosas y su creciente empleo en la industria y en otras muchas actividades determinan la importancia del riesgo químico para las personas y para el medio ambiente. La evaluación de riesgos debe incluir todas aquellas actividades cuya realización pueda suponer un riesgo para la seguridad y salud de los trabajadores. 

Los AQP son manipulados cada día infinidad de veces, no sólo en el sector industrial sino también en otros sectores de actividad, pudiendo dar lugar a accidentes con consecuencias de distinta índole. El proceso en el que suele tener lugar mayor número de accidentes es el trasvase, especialmente cuando se trasladan de un envase a otro AQP. Es entonces cuando pueden tener lugar proyecciones, salpicaduras, contactos dérmicos, intoxicaciones, quemaduras por incendios, explosiones, etc. Las causas principales de este tipo de accidentes suelen estar relacionadas con no disponer de los medios y equipos adecuados y/o por desconocimiento del riesgo y de las precauciones necesarias a tomar por parte de los trabajadores, es decir, por información insuficiente de los riesgos asociados al uso de AQP y por formación inadecuada sobre medidas a tomar en su manejo. 

Tal y como especifica la legislación actual, los riesgos derivados de AQP se eliminarán o minimizarán mediante, entre otras medidas, el establecimiento de los procedimientos adecuados para el uso y mantenimiento de los equipos utilizados para trabajar con AQP, así como para la realización de cualquier actividad con AQP o residuos que los contengan, incluidas la manipulación, almacenamiento y traslado de los mismos en el lugar de trabajo. 

Es importante destacar que, para un control efectivo de los riesgos derivados del empleo de agentes químicos en el lugar de trabajo, se requiere contar con una adecuada y completa información sobre los peligros asociados a las sustancias, productos, mezclas, etc. y las medidas de seguridad que deben tomarse al fabricarlos, transportarlos o utilizarlos. 

La etiqueta de una sustancia o preparado químico, que debe contener toda la información requerida legalmente, y la ficha de datos de seguridad (FDS) proporcionan al usuario, entre otras, la información necesaria sobre las propiedades físicas y químicas del agente químico así como de su estabilidad, reactividad, información toxicológica, ecológica, etc.(ver las NTP 635, 649, 371,726 y 727).


La presente NTP tratará los riesgos y medidas de prevención y protección relacionadas con los trasvases de productos de la misma naturaleza que se cambian de recipiente contenedor. No se contemplará, sin embargo, la posibilidad de encontrarnos frente a reacciones químicas peligrosas (véanse NTP 478 y 479). 

Adicionalmente se tratarán recomendaciones relativas a los envases y al tratamiento de residuos y derrames.

 

2. RIESGOS, CAUSAS Y MEDIDAS DE PREVENCIÓN Y PROTECCIÓN

Los principales riesgos, causas y medidas preventivas y protectoras relacionados con la manipulación y el trasvase de sustancias peligrosas se resumen en la tabla 1. 

Como ya se ha mencionado anteriormente, la mayoría de accidentes de origen químico suceden en operaciones de trasvases. El origen de estos accidentes suele ser, casi siempre, el desconocimiento de los efectos nocivos de las sustancias que se manipulan y la ausencia de prácticas de trabajo seguras. Cualquier acción preventiva del riesgo químico debe basarse en la información y señalización de la peligrosidad de los agentes químicos, en el correcto diseño de locales, equipos e instalaciones y en la elaboración y establecimiento de procedimientos seguros de trabajo. 

 

Medidas generales de seguridad para efectuar trasvases

Al efectuar trasvases deberá prestarse particular atención a la ubicación de los envases, a su manipulación y transporte y a su almacenamiento.

 

Ubicación

Si las cantidades a trasvasar son pequeñas, el lugar más idóneo es una vitrina o cabina. Cuando se manejan cantidades importantes, se debe determinar un lugar específico para ello. Dicha zona debe contar con una ventilación adecuada, preferiblemente por extracción localizada en la zona operativa. Si se emplea una campana, ésta debe procurar una velocidad de captura (en las inmediaciones del punto de emisión) mínima de unos 0. 5-1 m/s, en función del agente a trasvasar y la frecuencia de operación. 

La experiencia indica que los incidentes o accidentes que se producen al trasvasar AQP pueden ser controlados y tener unos efectos mínimos si se dispone de elementos de actuación adecuados y en número suficiente.  Los denominados elementos de actuación están constituidos básicamente por: duchas de seguridad, fuentes lavaojos, mantas ignífugas, extintores, neutralizadores y equipos para ventilación de emergencia. La ubicación de estos elementos deberá ser lo más próxima a la zona de trabajo y su eficacia estará supeditada a su idoneidad y correcto funcionamiento, su buen estado de mantenimiento y a un suficiente entrenamiento y formación del personal (véase NTP 500).

 

Manipulación y transporte

Los recipientes de capacidad superior a 2 litros deben manipularse o transportarse mediante protectores de envases, cubos o carros de transporte (figura 1). Los productos especialmente peligrosos deben transportarse en recipientes metálicos rellenos de materiales absorbentes inatacables y de un tamaño tal, que sean capaces de retener todo el líquido en caso de rotura del recipiente. 

Almacenamiento

Ciertas sustancias pueden reaccionar de forma peligrosa (reacción violenta, desprendimiento de calor, gases tóxicos y/ o inflamables,…) al entrar en contacto con, por ejemplo, el oxígeno del aire, el agua u otras sustancias incompatibles. Por ello resulta de gran importancia el conocimiento de la reactividad e inestabilidad de los AQP que se manipulan y almacenan. La tabla 2 presenta las incompatibilidades de algunos grupos de sustancias. Existen una serie de medidas básicas que permiten lograr el almacenamiento seguro de AQP (véanse NTP 479 y 725). Dicho almacenamiento debe cumplir los requisitos mínimos de seguridad establecidos por la legislación vigente (R.D. 374/ 2001, R.D. 379/2001, etc.). En este sentido, cabe destacar el uso de armarios especialmente diseñados para el almacenamiento de agentes ácidos, básicos, inflamables, etc. (figura 2).



Trasvase

En función de la cantidad de producto a trasvasar, en la operación específica de trasvase, se deben tener en cuenta las siguientes generalidades (figura 3):

  • a) Para trasvase de cantidades de AQP comprendidas entre 10 y 20 litros, o bien si las operaciones son muy repetitivas, es conveniente disponer de envases equipados con dispositivos que faciliten la basculación.
  •  b) En general, se evitarán los trasvases por gravedad o vertido libre, empleando sistemas de bombeo. En aquellas situaciones en que no sea posible y los envases (p.ej.bidones) superen la capacidad de 20 litros, será necesario dotar a los envases de grifos que faciliten el control del vaciado y tener previsto un sistema adecuado de recogida de vertidos. Los embudos de caña larga son herramientas imprescindibles en este tipo de operación, facilitando el llenado de abajo a arriba del recipiente, y, evitando así, el llenado a chorro o caída libre. Los recipientes se llenarán empezando por el fondo, evitando de esta forma proyecciones y pulverizaciones. Asimismo, cuando se trasvasen líquidos inflamables no se deberá olvidar la conexión equipotencial entre los diferentes recipientes y la puesta a tierra del conjunto de la instalación. Figura 3. 
  • c) Para trasvases entre envases más grandes se deberán utilizar equipos portátiles de bombeo o instalaciones fijas. La manipulación de estos envases deberá realizarse con ayuda de sistemas mecánicos (véase NTP 297).

En las operaciones de trasvase de productos inflamables, cabe destacar que antes de efectuar un trasvase de productos de estas características, se deben controlar totalmente los posibles focos de ignición próximos a la zona de operación, entre ellos la posible generación de electricidad estática (véanse NTP 225 y 567). Los materiales de los recipientes a utilizar deben ser de la máxima conductividad posible. Adicionalmente, y como medida básica se deberá garantizar la idoneidad de los envases frente a las agresiones físicas o químicas a que puedan estar sometidos. 


Además de realizar el trasvase a velocidad lenta, es fundamental mantener unos tiempos llamados de relajación una vez finalizado el trasvase y antes de iniciar operaciones que puedan generar por sí mismas focos de ignición, como por ejemplo toma de muestras, apertura de tapas, etc. Estos tiempos dependerán del tipo de producto que se trasvasa. Para líquidos inflamables conductores el tiempo mínimo será de 30 segundos y para no conductores (resistividad superior a 109 Ω m) de un minuto. En la tabla 3 se listan la conductividad (1/resistividad) y los correspondientes tiempos de relajación para algunos de los líquidos más empleados en la industria. 


En la tabla 4, se muestra una lista indicativa, no exhaustiva, de medidas que pueden ayudar a prevenir accidentes en operaciones de trasvase de AQP. Destacar que, los trasvases manuales se deben limitar a recipientes de pequeña capacidad que sean fácilmente manejables. En general, y con el fin de prevenir posibles salpicaduras y proyecciones, se aconseja seguir las siguientes directrices:

  • Si se ha de mezclar ácido y agua, se deberá hacer de forma que: el ácido caiga sobre el agua, nunca al revés, pues provocaría una reacción exotérmica que podría llegar a ser sumamente peligrosa.
  • En la disolución de agentes corrosivos se debe proceder como en el caso anterior.
  • No se deben remover o agitar soluciones ácidas con objetos metálicos.
  • No se debe calentar ningún recipiente que se encuentre cerrado.


3. ENVASES

Como medida básica se deberá garantizar la idoneidad de los envases frente a las agresiones físicas o químicas a que puedan estar sometidos. 

Los tipos de recipientes empleados con mayor frecuencia son los bidones, latas, tarros, botellas, cajas, cuñetes o jerricanes, sacos, toneles, embalajes compuestos, recipientes a presión, embalajes metálicos ligeros, etc. Algunos de los materiales más frecuentes de estos recipientes son: metal (acero, aluminio,…), madera (natural, contrachapado o aglomerado), plástico, etc. 

El envasado y etiquetado de las sustancias y productos químicos debe ajustarse a lo indicado en la normativa vigente (R.D. 363/1995 y R.D. 255/2003, respectivamente) (véanse NTP 635 y 649). La normativa relacionada con el transporte de mercancías peligrosas determina las disposiciones relativas a los embalajes o envases, entre ellas: la prueba de estanqueidad, el marcado, la capacidad o peso neto máximo, los dispositivos de cierre, etc.

 

Dispositivos de cierre de envases

El dispositivo de cierre, para envases con tapa fija, suele ser el tapón roscado cilíndrico o cónico con disco de estanqueidad. Para envases de tapa móvil, ésta suele ser del mismo material que el propio envase y estar provista de junta de estanqueidad. Los envases de 60 litros o más deben llevar además de la abertura principal otra de descompresión, para facilitar una salida normal del líquido. Esta segunda abertura puede, según los casos, estar situada en la parte inferior de una de las paredes del envase y estar provista de un grifo. De esta forma, al tener que vaciar el contenido peligroso del envase, es posible evitar la manutención del mismo. Es recomendable el uso de tapas roscadas en vez de tapas de simple presión, que deberían ser desechadas. 

Adicionalmente, se puede mejorar la estanqueidad de la tapa mediante otra tapa complementaria. Esta puede ser una membrana metálica de inviolabilidad, una tapa interior y una junta de polietileno, caucho sintético o producto similar. Otra forma de mejorar la estanqueidad del envase es utilizar los tapones de rosca de autoprecinto o de doble precinto provistos de una junta de caucho sintético situado en el fondo de la tapa. Además, el envase puede llevar una lámina para el sellado por inducción.

 

Normas de llenado

Antes de llenar un envase se deberá comprobar que está limpio y exento de corrosión, contaminación u otros daños; si así sucediese se deberá reparar o desechar definitivamente. 

Respecto las normas de llenado, se debe tener en cuenta que, cuando el contenido sea líquido, es preciso dejar un margen de llenado suficiente para garantizar que no se produzca pérdida de líquido, ni deformación duradera del envase, como consecuencia de la dilatación del líquido por efecto de un aumento de temperatura. El grado de llenado es función del coeficiente medio de dilatación cúbica y de la temperatura. 

Cuando se pueda desarrollar una sobrepresión en un envase, como consecuencia de la liberación de gases por el contenido (debido, p.
ej., a un incremento de temperatura), éste podrá estar provisto de un venteo siempre y cuando el gas producido no origine un peligro adicional por ser tóxico, inflamable o por la cantidad que se pueda liberar. El respiradero debe diseñarse de forma que se eviten los escapes de líquido y/o la liberación de materias extrañas. 

 

Envases de plástico

Los envases plásticos no son irrompibles, por ello se ha de tener en cuenta la posibilidad de su rotura, así como su vigencia. La frecuente reutilización de este tipo de envases hace necesario la exigencia de procedimientos de limpieza antes de reutilizarlos. El riesgo es todavía de mayor importancia si los agentes contenidos son mezclas que, por su acción sinérgica, se pueden convertir en agentes activos contra la masa plástica que constituye el envase. Estos envases deben ser desestimados en la operación de dilución de ácidos o álcalis, por el aumento de temperatura que lleva asociado y la posible acción degradante del agente contra el envase, así como la consecuente disminución de su resistencia mecánica. 

Respecto el envejecimiento de este tipo de envases, la masa plástica evoluciona con el paso del tiempo más o menos rápidamente y, de una forma irreversible, bajo la influencia de las condiciones externas como: radiación solar, temperatura, humedad, contaminantes atmosféricos, etc. Las variaciones de color y/o dimensión, la desecación, el aumento de la porosidad, etc. pueden reflejar la necesidad de desechar el envase plástico, debido a su deterioro. Este deterioro suele acompañar a un debilitamiento de las propiedades mecánicas, hecho que aumenta la facilidad de rotura del envase. 

En general, los materiales plásticos son fácilmente combustibles por lo que tienen un riesgo importante de no proteger el contenido del recipiente frente a una exposición a altas temperaturas o al fuego directo (véanse NTP 381 y 382).

 

Material y diseño de recipientes de seguridad para agentes de especial peligrosidad

Existen en el mercado envases de seguridad especiales para contener agentes químicos inflamables y corrosivos. Dichos recipientes deben reunir unos requisitos mínimos de seguridad adicionales. Para los agentes inflamables se deben desechar los envases de vidrio o plástico por no ofrecer suficiente resistencia al fuego. Los envases que contengan agentes inflamables deberán ser metálicos y diseñados de modo que el posible fuego generado en el exterior no pueda transmitirse hasta el interior del recipiente (véase NTP 378). Respecto los envases de agentes corrosivos, no deberían exceder de los 2 litros de capacidad en caso de ser de vidrio, o, en caso contrario, disponer de protección para el recipiente.


4. DERRAMES Y RESIDUOS

Para evitar los problemas derivados del derrame de AQP durante su trasvase, se deben adoptar las siguientes medidas para limitar los efectos de los posibles derrames:

  • Disponer de sistemas de recogida del AQP derramado.
  • Utilizar agentes absorbentes para recoger o absorber el AQP.
  • Estudiar la viabilidad de su eliminación o dilución por proyección o barrido con agua.
  • Prever recipientes cerrados de recogida.
  • Prever la evacuación del agente derramado según su volumen, periodicidad de generación, facilidad de neutralización y posible recuperación.


Las medidas anteriores se deberán complementar, en cualquier caso, con las siguientes:

  • Ventilar la zona donde ha habido el derrame.
  • Utilizar equipos de protección individual adecuados.
  • Emplear recipientes de recogida colectivos.
  • Prever la utilización de agentes neutralizantes.


La NTP 399 establece las directrices a seguir frente fugas de gases y vertidos accidentales de agentes líquidos y muestra, a título de ejemplo, algunos procedimientos de neutralización y absorción de vertidos.

 La correcta gestión de los residuos generados, además de ser legalmente obligatoria, permite una adecuada protección de la salud y del medio ambiente laboral. La NTP 276 establece unos procedimientos para la eliminación o recuperación de los residuos generados, así como unos procedimientos generales de actuación, en función del tipo de residuo generado. Adicionalmente, la NTP 359 muestra una visión global de la gestión de residuos tóxicos en pequeña cantidad.


BIBLIOGRAFÍA

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