Trastornos Musculoesqueléticos

La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en Imagen Trastornos Musculoesqueléticos el Trabajo define los Trastornos musculoesqueléticos (TME) de origen laboral como las alteraciones que sufren estructuras corporales tales como músculos, articulaciones, tendones, ligamentos, nervios, huesos y el sistema circulatorio, causadas o agravadas fundamentalmente por el trabajo y los efectos del entorno en el que éste se desarrolla.

 

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Información básica

Aquí respondemos a algunas de las dudas básicas de agrario - trastornos musculoesqueléticos.

Los TME se pueden producir por distintos mecanismos. En ocasiones, aparecen de forma inesperada al coger una determinada carga pesada o al realizar un movimiento brusco. En otras ocasiones se producen por la sobrecarga continua en determinadas articulaciones y entonces el comienzo es lento y la patología avanza poco a poco, aumentando la sintomatología con el tiempo. En general, podemos asimilar las agudas con los accidentes de trabajo por sobreesfuerzo y las crónicas con las enfermedades profesionales que cursan con algún tipo de TME.

Las formas crónicas son de aparición lenta y progresiva, de forma que no se tiene en cuenta inicialmente, poco a poco los síntomas van aumentando en frecuencia e intensidad y no desaparecen con el descanso e incluso ni siquiera con las vacaciones, se cronifican y el daño se hace permanente. En el sector agrario, las más frecuentes, con una gran diferencia, son la epicondilitis y la epitrocleitis de codo y antebrazo, la tendinitis de muñeca y mano y el síndrome del túnel carpiano.

Constituyen uno de los problemas de salud laboral prioritarios porque, si bien no son patologías con consecuencias graves o mortales, sí adquieren una elevada importancia debido a su alta frecuencia, en muchos casos requiriendo una baja laboral, con consecuencias económicas para la empresa y la sociedad y, siempre, con sufrimiento por parte del trabajador.

Aunque son frecuentes en todas las actividades del sector, son especialmente importantes en silvicultura y explotación forestal donde presentan unos índices de incidencia muy elevados en relación con el total de actividades.

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El OECT edita anualmente diferentes documentos en los que se analizan los accidentes de trabajo por sobreesfuerzo, a partir de los datos del sistema Delt@, centrándose el estudio en aquellos cuyo código de la variable Forma es 71 (Sobresfuerzo físico - sobre el sistema musculoesquelético).

A continuación, se destaca la información relativa al sector agrario de los datos notificados en 2020.

Al distribuir los accidentes de trabajo por división de actividad, la Agricultura, ganadería, caza y servicios relacionados con las mismas se encuentra en sexto lugar, suponiendo un 4,7% del total con 6.835 accidentes notificados con esta causa. En Agricultura, ganadería, caza y servicios relacionados, la mayor parte, se produjeron en la espalda (33,5%), seguidos de la pierna con el 14,4% y hombro con 8,5%. En Silvicultura y explotación forestal la distribución cambia ligeramente, con un 29,7% en espalda, 21,4% en pierna y 8,2% en hombro. 

En el análisis de la localización del daño en estos accidentes por grupo de ocupación, solo se puede analizar las diferencias entre hombres y mujeres en el grupo de Trabajadores cualificados en el sector agrícola, ganadero, forestal y pesquero, que nos da información interesante. Mientras que los hombres se han lesionado sobre todo la espalda (34%), la pierna (17,2%), hombro (9,4) y brazo (7%), las mujeres se han lesionado también espalda, pierna y hombro en los primeros lugares (28,2%, 14% y 10,4%, respectivamente), pero seguido de la mano con un 8,6%. Estos datos están en concordancia con la división de tareas por sexo que existe en el sector. 

En el documento, se identifican las actividades más afectadas por sobreesfuerzos. Para ello, se emplea un doble criterio: por una parte, el índice de incidencia que expresa el número de accidentes por sobresfuerzos por cada 100.000 afiliados y, por otra, la población potencialmente susceptible al riesgo. Según el índice de incidencia, la actividad de Silvicultura y explotación forestal se encuentra en 4º lugar (presenta un índice de incidencia por sobreesfuerzo de 2.435, tres veces más que la media). Sin embargo, como la población afiliada a Silvicultura y explotación forestal es pequeña, al aplicar el segundo criterio deja de estar en los primeros puestos. Considerando este criterio, ya hay que bajar hasta el puesto 13 para encontrar la actividad de Agricultura, ganadería, caza y servicios relacionados. 

Para el estudio de las enfermedades profesionales (EE PP) se trabaja con la información suministrada por la Dirección General de Ordenación de la Seguridad Social (base informatizada y anonimizada correspondiente a las notificaciones a CEPROSS). Debido a las propias características de la notificación de las enfermedades profesionales y al proceso de clasificación y cierre de los partes, para su análisis no se emplean datos del último año, sino que se seleccionan los partes cerrados notificados a CEPROSS y clasificados como Enfermedad Profesional en la variable “tipo de proceso al cierre”. 

Al analizar los datos por los grupos de enfermedad establecidos en el Real Decreto 1299/2006, se puede observar que la mayor parte de los partes notificados, casi el 75%, son enfermedades producidas por agentes físicos. Aquí hay que destacar que, de los diagnósticos de este grupo, salvo un 1% que son hipoacusias y un 0,1% que son radiaciones ionizantes, el resto son enfermedades que pueden encuadrarse dentro de lo que denominamos TME, ya que se refieren a patologías osteomusculares y de tejidos blandos.  Es decir, que prácticamente el 73% de todas las enfermedades profesionales en el sector son TME. Le siguen en importancia, aunque ya a mucha distancia, las enfermedades producidas por agentes biológicos y las enfermedades por inhalación de sustancias, seguidas muy de cerca por las enfermedades de la piel.

Según el análisis del periodo 2007-2014, durante ese periodo se contabilizaron un total de 124.568 partes cerrados de enfermedades profesionales notificados. De estos, 1.438 corresponden al sector Agrario (CNAE a tres dígitos del 11 hasta el 24).

En cuanto a la evolución en el tiempo, desde 2007, año de inicio de las comunicaciones a CEPROSS, se puede observar una tendencia al alza, debida a las actividades de cultivos perennes y no perennes y producción ganadera especialmente, que se estabiliza al final de la serie debido a la disminución de notificaciones en cultivos perennes. 

Durante este tiempo, la mayor parte de las enfermedades profesionales por actividad se han producido en cultivos no perennes y perennes que, de forman conjunta, suponen el 56%. A cierta distancia se encuentra la producción ganadera con casi el 18%, seguida de las actividades de apoyo a la agricultura y ganadería.

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Los factores de riesgo se definen como aquellos fenómenos, elementos o acciones de naturaleza física, orgánica, psicológica o social que por su presencia de una forma muy intensa, con una alta frecuencia y/o durante un tiempo de exposición significativo, pueden llegar a producir la aparición de trastornos musculoesqueléticos

Históricamente se consideraban como tales la fuerza, la repetición, la postura y/o la falta de descanso. Si bien es verdad que estos son los principales factores implicados, actualmente, se sabe que son muchos los factores que de forma aislada o no, pueden intervenir en la aparición de estos trastornos. Aunque hay muchas clasificaciones, a continuación exponemos la de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo.

FACTORES QUE POTENCIALMENTE CONTRIBUYEN AL DESARROLLO DE TME

  1. Factores físicos
    • Aplicación de fuerza
    • Movimientos repetitivos
    • Posturas forzadas y estáticas
    • Presión directa sobre herramientas y superficies
    • Vibraciones
    • Entornos fríos o excesivamente calurosos
    • Iluminación insuficiente
    • Niveles de ruido
  2. Factores organizativos y psicosociales
    • Alta exigencia, falta de control y escasa autonomía
    • Baja satisfacción
    • Trabajo repetitivo y monótono a un ritmo elevado
    • Falta de apoyo por compañeros, supervisores y directivos
  3. Factores individuales
    • Historia médica
    • Capacidad física
    • Edad
    • Obesidad
    • Tabaquismo

En el sector agrario podemos encontrar prácticamente todos estos factores.

La aplicación de fuerza es el esfuerzo requerido por el trabajador para poder ejecutar la tarea, generalmente transmitida a través de la mano. Es evidente en muchos de las tareas a realizar. Aquí se incluirían todas las tareas de manipulación de cargas como el levantamiento, el transporte, la tracción y el empuje, y sin duda esto son actividades que no faltan en ninguna de las actividades del sector ya sea agricultura, silvicultura o ganadería. Y no solo porque se manipula la propia materia prima, sino también en la utilización de herramientas manuales pesadas y/o elementos auxiliares como escaleras.

Los movimientos repetitivos suponen la repetición de los mismos gestos con los mismos grupos osteomusculares. Cuanto más repetitiva sea la tarea, más rápidas y frecuentes serán las contracciones musculares, exigiendo de esta manera un mayor esfuerzo al músculo, aumentando la fatiga. En estos casos, puede producirse el daño aunque la fuerza requerida no sea importante. Se encuentra con frecuencia en actividades como la recolección manual o el entutorado, trabajos de poda.

En cuanto a las posturas hay que diferenciar entre postura forzada y estática, aunque pueden darse de forma conjunta los mecanismos por los que se puede producir la lesión son diferentes. Una postura forzada es aquella que supone que una determinada articulación salga de sus ángulos fisiológicos de confort generando una hiperflexión, hiperextensión y/o hiperrotación articular, que podrían generar un incremento de la fatiga muscular y un daño en los tejidos periarticulares. El estatismo postural se produce cuando el músculo debe mantener la contracción durante un tiempo determinado. La contracción prolongada del músculo comprime los vasos sanguíneos provocando un menor aporte de sangre al músculo, provocando la aparición de fatiga muscular. La recolección, tanto de plantas que se encuentran a ras de suelo (agachados, de rodillas), como los trabajos en árboles que obligan a elevar los brazos o las tareas de limpieza, son ejemplos de actividades con estos factores de riesgo.

La presión directa sobre herramientas y superficies, se produce fundamentalmente al utilizar herramientas manuales que pueden provocar compresión sobre tendones, vasos sanguíneos y nervios, como por ejemplo unas tijeras de podar. También se han observado efectos negativos en la utilización de la mano como herramienta para golpear.

En el sector podemos encontrar exposición a vibraciones tanto mano-brazo como de cuerpo completo. Las vibraciones en la extremidad superior son generalmente transmitidas por herramientas tales como la desbrozadora o la motosierra por ejemplo y son un factor evidente de patologías a poder provocar una disfunción de los nervios, inadecuada circulación sanguínea y trastornos degenerativos de huesos y articulaciones. Las vibraciones de cuerpo completo se producen sobre todo en los conductores de tractores y maquinaria agrícola y afectan fundamentalmente a la zona dorsolumbar.

Las condiciones climáticas son también importantes como factor de riesgo. Las altas temperaturas favorecen la aparición de fatiga y la transpiración de las manos puede hacer que el agarre de los objetos sea menos firme, teniendo que realizar un mayor esfuerzo para mantenerlo. Por el contrario, si la temperatura es demasiado baja, se entumecen los músculos, se pierde destreza manual y se dificultan los movimientos. En el sector agrario menos frecuente es que nos encontremos con una temperatura y demás factores ambientales en el rango ergonómicamente adecuado. Además no se dispone de medios para actuar frente a estos factores.

Los problemas derivados de la iluminación son igualmente insoslayables cuando se presentan al realizar las actividades en el exterior en su mayor parte. Una iluminación deficiente puede dificultar valorar adecuadamente la posición y distancia de las cosas, pudiendo producir malos agarres y accidentes. También, de forma inconsciente, provoca forzar posturas que pueden llevar a molestias en hombros y cuello. No hay que olvidar que se pueden producir también problemas por exceso en la iluminación o por situarla de forma inadecuada de manera que provoquen deslumbramientos (por ejemplo en invernaderos y explotaciones ganaderas).

El ruido puede participar como factor de riesgo cuando los trabajadores se encuentren en las proximidades de fuentes de ruido tales como maquinaria por ejemplo. Los efectos que puede producir relacionados con la aparición de TME son aquellos que se relacionan con el estrés, las distracciones y la aparición de fatiga.

Son numeroso los artículos y estudios que relacionan factores organizativos y psicosociales con la aparición de TME. Sin embargo, los factores concretos, los mecanismos y la relación inequívoca causa-efecto aún está por determinar. Algunos factores tales como el contenido del trabajo, el estilo de mando, la escasa participación, la ambigüedad de rol, etc, se han explicado a través de que favorecen la aparición de estrés y éste aumenta la tensión muscular por encima de la necesaria para realizar la actividad. Son temas que se están estudiando y de los cuales podremos tener más información en los próximos años.

Y no cabe duda de que todo lo anterior produce sus efectos sobre los individuos, de ahí la importancia de los factores individuales. la edad. eñ sexo, la antigüedad en el puesto de trabajo, la existencia de patologías asociadas y propio estilo de vida son fundamentales en la epidemiología de estos trastornos. La población que trabaja en el sector agrario es una población ligeramente más envejecida que en otras actividades, lo que además del riesgo per se, implica la probabilidad de tener un peor estado de salud. La habilidad y la experiencia, así como el entrenamiento en la realización de las tareas podrían ayudar a prevenir los daños, pero el tipo de contratación por cortos periodos de tiempo y la formación inadecuada que se ofrece en ocasiones actúan de forma negativa favoreciendo la aparición del daño.

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La evaluación de la carga física es muy compleja en todas las actividades debido a que no existe un solo método que pueda evaluar al mismo tiempo el riesgo derivado de distintos factores como la manipulación de las cargas, las posturas inadecuadas, los movimientos repetidos, etc. Esta dificultad, en las actividades del sector agrario, se ve aumentada debido a que las tareas que se realizan son muy diversas y además van cambiando por temporadas en distintos momentos del año.

Para ayudar a realizar esta actividad se puede utilizar el informe técnico ISO 23476: Ergonomía – Aplicación de las series ISO 11226 e ISO 11228 y la ISO TR 12295 en el sector de la agricultura. 

Este documento proporciona información para ayudar en la selección y uso de los estándares apropiados dependiendo de si existen riesgos específicos. Incluirá tres niveles de enfoque:

  • Primer nivel: el “enfoque participativo” para la identificación de los peligros y el disconfort proporciona a todos los técnicos (incluidos los no expertos en ergonomía), criterios y procedimientos para identificar situaciones en las que pueden aplicar la serie ISO 11228, ISO 11226 y ISO/TR 12295 en diferentes entornos agrarios.
  • Segundo nivel: proporciona un “método de evaluación rápida” (según los criterios proporcionados en ISO/TR 12295) para reconocer fácilmente actividades que son “definitivamente aceptables o definitivamente críticas”. Si una actividad no es “ni definitivamente aceptable ni definitivamente crítica”, es necesario completar con una evaluación de riesgos detallada según lo establecido en los estándares, continuando con las acciones preventivas posteriores necesarias.
  • Tercer nivel: se refiere a los métodos detallados para la evaluación del riesgo establecidos en las normas pertinentes cuando el método de evaluación rápida muestra que el riesgo de la actividad se encuentra entre las dos condiciones de exposición (definitivamente aceptable o crítica).

Por otra parte, teniendo en cuenta la multiplicidad de tareas y su temporalidad a lo largo del ciclo anual, el proceso de evaluación de riesgos comienza con los siguientes pasos:

a) identificación del macrociclo de las muchas tareas diferentes;

b) análisis de las tareas agrícolas para identificar las tareas realizadas en el período y obtener una definición cualitativa de las labores realizadas durante cada mes del año;

c) identificación de uno o más grupos homogéneos.